Hacer una caminata de un día o varios días no requiere mucha logística pero cuando “el camino” va a ser parte de tu vida durante cinco meses ya hay que empezar a organizar ciertas cosas con más detenimiento.
Es una de las partes más estresantes pero al mismo tiempo más reconfortante cuando ves que tu trabajo está dando resultado. Alrededor de unas 38 cajas de comida fueron enviadas por correo a lo largo del camino. Todas ellas tenían comida para cuatro días. Incluían desayunos, comidas, cenas, snacks. La mayoría de las comidas eras deshidratas y no por eso menos buenas.
¡Buenísimas! Cuscús, arroz con judías, puré de patatas, avena, noodles, miel cristalizada. Importante que tuviese altas calorías pero que nuestras mochilas llevasen poco peso.
Toda la comida fue comprada al por mayor y guardada en las famosas bolsas de plástico que todo hiker usa para tal efecto, en «ziplocks«. Nunca pensé que una bolsa de plástico con cierre hermético me iba a dar tantos usos: Mi ropa térmica iba en una de ellas, mi cuaderno de apuntes, un libro de lectura, el papel higiénico,…etc. Son realmente prácticas, mantienen las cosas secas, reducen espacio y además son económicas.
Y qué alegría cuando vas consumiendo la comida y tu mochila pesa menos pero la alegría es más grande cuando vas a la Oficina de correos y abres la caja que preparaste en su momento y empiezas a ver todo lo que tienes para el siguiente tramo.
Hay hikers que en lugar de seguir este sistema se iban abasteciendo por los pueblos que pasaban. Para nosotros el envío de cajas era más fácil porque no perdías tiempo en desplazamientos y decidías el tipo de menú que querías. A veces los groceries (supermercados) eran muy limitados en cuanto a comida. Nosotros completábamos nuestros víveres comprando bagels o tortillas, depende de lo que hubiese. Eso sí, peanut butter( manteca de cacahuete) en todas partes. Siento decirlo pero acabé aborreciéndolo.