EL CAMINO DEL FERROCARRIL


 

 

Año 2013, viajo en tren regional de Madrid a Cuenca. Comienzo a caminar con mi mochila desde la misma estación siguiendo caminos paralelos a las vías del tren regional que va de Cuenca a Camporrobles. —Cuenca—La Melgosa—Los Palancares—Cañada del Hoyo—Carboneras de Guadazaón—Arguisuelas—La Gramedosa— Yémeda-Cardenete—Víllora—Enguidanos—Mira– Camporrobles. Total 125 kms.

 

EL CAMINO DEL FERROCARIL

DIARIO AÑO 2010

Miro el reloj y veo que todavía me faltan tres horas para coger el tren. Vuelvo a mirar el reloj y aún me faltan dos horas. Es fantástico saber que no tengo que esperar cola para comprar el billete en ventanilla. Directamente puedo obtenerlo en el tren.

Y vuelvo a mirar el reloj. Ahora sí que llego tarde. Me tengo que poner las pilas para coger el de las 16.00. Tren regional Madrid-Cuenca-Camporrobles, dirección Valencia.

Cuantas veces habré cogido este tren y no me canso de viajar en el. Y menos mal que aún está operativo para poder visitar a mis familiares.  El autobús no llega hasta Camporrobles y el tren de alta velocidad me deja a 30kms y sin comunicación con los pueblos.

Es verdad que son muchas horas, cuatro y media pero se podrían mejorar sus instalaciones si el gobierno no priorizara tanto en trenes rápidos cuando sólo beneficia a unos pocos, es decir, aquellos que se pueden permitir pagar el elevado coste del billete. Y luego que algún familiar, amigo, pueda venir a recogerlo porque la conexión es malísima.

A mí no me queda otro remedio que viajar tantas horas en un tren que se mueve más que una lavadora con poca ropa en el tambor pero aprovecho cada minuto al máximo. No es un tiempo perdido. Son unas horas muy productivas. Tengo tiempo para leer, para escribir, para comer mi bocadillo de tortilla con un refresco. Esa envidia sana que provocamos en el vagón de quien no lleva nada o una competición de ver quién lleva mejor comida. También es tiempo para hablar con el de al lado o con el inspector porque no me dirás que tengo razón. Son los funcionarios más amables del transporte público. También hay tiempo para soñar, tiempo para imaginar cuántas historias pueden contar las estaciones por las que voy pasando:

Madrid Atocha, Villaverde Bajo, Aranjuez, Origulea, Ocaña, Noblejas, Villarrubio Santiago, Sta. Cruz de la Zarza, Tarancón, Huete, Castillejo del Romeral, Cuevas de Velasco, Chillarón, Cuenca, La Melgosa, Los Palancares, Cañada del Hoyo, Carboneras de Guadazaón, Arguisuelas, La Gramedosa, Yémeda-Cardenete, Víllora, Enguidanos, Mira y Camporrobles. Algunas de ellas ya abandonadas.

Cierro los ojos y me transporto al pasado: abrazos, besos, bienvenidas, despedidas, esperanzas, incertidumbres, … Son los mismos sentimientos que hoy en día en una estación de ferrocarril pero con menos gente en las estaciones por las que paso porque los horarios se van acortando y se nos hace imposible coger esos horarios tan irracionales.

Ahora abro los ojos

No me quiero perder el tramo de Cuenca a Camporrobles. Atravesando túneles que van a descubrir un paisaje de ríos como el Cabriel, pasando sobre monumentales puentes de auténtico hormigón y hierro. Un terreno muy accidentado de barrancos, colinas… que forman un paisaje espectacular.

Y  ya me voy acercando a la estación de Mira e inmediatamente ya se empieza a ver el grandioso Molón que me da la bienvenida a Camporrobles.

He realizado este trayecto tantas veces que siempre he querido hacerlo andando. He imaginado que caminaba desde Cuenca a Camporrobles y con mi mochila a mis espaldas. Descubriendo más de cerca y con mis pasos esos lugares que veía a través de la ventana del tren. Poder sentir la esencia de las estaciones que en su momento tuvieron un movimiento continuo de trenes y abarrotado de gente en sus andenes. Algún día haré ese recorrido y espero que no sea muy lejano.

 

 

 

 

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